miércoles, 10 de diciembre de 2008
EL MAGICO MUNDO DE FLAUTIVIRIS
Cristóforus Pianis era un joven apuesto, alto, fornido; con un cabello oscuro y fino cuyo tacto recordaba al de la seda. Su figura era imponente. Pero, si algo era destacable en Cristóforus Pianis, eran sus ojos verde esperanza. Verde hierba en primavera. Verde mar de Flutopía. Verde mar por sus verdes valles. Verdes valles por la compasiva lluvia. Lluvia que ha comenzado a caer al mismo tiempo que sonaba un LA : el del piano.
Flautiviris despertó del encanto de la mirada de aquél joven que sólo pensaba en música. ¡Qué equivocados estaban ambos sobre sus mutuos pensamientos!
Ella, sólo vivía para él y, sin embargo, cuando estaba a su lado, se convertía en la obediente hija del Gran Violín I y no mostraba signos del menor interés hacia él.
Él adoraba a Flautiviris. Aquella hermosa princesa iluminaba la sala de ensayo sólo con su sonrisa. Pero... ¡Es la hija del Gran Violín I!!
Yolanda Alba Rodríguez.
Cristóforus Pianis era un joven apuesto, alto, fornido; con un cabello oscuro y fino cuyo tacto recordaba al de la seda. Su figura era imponente. Pero, si algo era destacable en Cristóforus Pianis, eran sus ojos verde esperanza. Verde hierba en primavera. Verde mar de Flutopía. Verde mar por sus verdes valles. Verdes valles por la compasiva lluvia. Lluvia que ha comenzado a caer al mismo tiempo que sonaba un LA : el del piano.
Flautiviris despertó del encanto de la mirada de aquél joven que sólo pensaba en música. ¡Qué equivocados estaban ambos sobre sus mutuos pensamientos!
Ella, sólo vivía para él y, sin embargo, cuando estaba a su lado, se convertía en la obediente hija del Gran Violín I y no mostraba signos del menor interés hacia él.
Él adoraba a Flautiviris. Aquella hermosa princesa iluminaba la sala de ensayo sólo con su sonrisa. Pero... ¡Es la hija del Gran Violín I!!
Yolanda Alba Rodríguez.
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